Soñé la mancha de tu brazo izquierdo
y el desconcierto me abordó aquel día,
no sé por qué ha venido ese recuerdo
a perturbar mi frágil armonía.
Decantados tus restos putrefactos
del vaso vitalicio hasta el drenaje,
inertes en la hienda nuestros pactos...
¡Prosigue en mi memoria tu lenguaje!
Filistea inmoral de la cultura:
¡Aparta tus vulgares hechizuelos,
ingiere tu idiotez y tu amargura!
Que el que reside en los novenos cielos
no autoriza me embriague la locura
y serán sus reprendos tus desvelos.
5 de enero de 2009