lunes, 11 de julio de 2011

De arrimones y manoseos en el metro

A veces, solo a veces me acuerdo de aquellos años no tan distantes, en los que asistía de lunes a viernes a la preparatoria. Cada mañana abordaba el metro con dirección universidad en la estación La Raza. En ocaciones tenía oportunidad de caminar hasta la sección exclusiva para damas, sin embargo no siempre corrí con esa suerte.

Dejando de lado las posibles implicaciones morales que puede tener un tema como el acoso sexual a personas en el transporte público, quiero contar mis experiencias -al menos las que recuerdo- con el fin de dejar una cosa en claro: ninguna mujer está contenta siendo víctima de un repentino acoso sexual, aunque muchas de ellas en el fondo terminan por disfrutarlo a causa de la costumbre.

Recuerdo que la primera vez que me acosaron sentí un pánico paralizante. Era como si no creyera lo que en realidad estaba pasando. ¿Cómo es posible que un sujeto completamente desconocido se tome el atrevimiento de entretenerse manualmente con mi parte trasera? No me quedó más que bajarme en la estación siguiente para tranquilizar mis nervios y no llegar a casa completamente sacada de onda.

Luego de esa ocación no me volvió a sorprender nada de lo que ocurriera dentro de un vagón del metro. Constantemente era objeto de manoseos matutinos y arrimones descarados. No miento, llegó a gustarme tanto o más que el sexo en la intimidad. Solo necesitaba un pequeño empujón por parte del mundo para estar segura de mi exhibicionismo.

Sentir como las manos de extraños comenzaban a rozar mis nalgas, primero con suavidad y después con más y más fuerza. Como se abrían camino por debajo de mi falta hasta llegar a mi sexo. Para ese momento yo ya estaba completamente empapada.  Algunos llegaron a penetrarme con los dedos en pleno viaje. Otros se limitaban a masajear mi clítoris con el fin de que sentir mi vagina cada vez más y más húmeda.

Otras veces la posición del acosador solo le permitía frotar contra mi pelvis su miembro viril. Eso me enloquecía. Sentir su potente erección en mi monte de venus me hacía tener ganas de bajarle el cierre, tumbarlo al suelo y montarme sobre el hasta llegar al orgasmo. Sobre decir que nunca me atreví.

Pero lo que más me gustaba de esos días era cuando algunos se tomaban la libertad de sujetar mis manos, bajar su cremallera, hacer a un lado sus canzoncillos y masturbarse con mis dedos hasta eyacular. Siempre que hacían eso me entraban ganas de ponerme de rodillas y succionar rabiosamente su órganos sexuales. Primero los testículos y luego su erecto y duro falo. Tal vez si hubiera estado en el vagón indicado hubiera podido hacerlo mientras el usuario que estaba detrás mío me penetraba sin misericordia.

Algunos de mis acosadores llegaron a pedirme que los viera fuera del metro, un par de veces accedí. Otros se limitaban a esperarme en el andén todos los días. 

No sé -ni me importa- qué habrá sido de ellos. Lo único que puedo decir es que si este país no fuera tan santurrón y pudibundo, se incluiría un vagón de sexo anónimo en todos los trenes de todas las líneas en la cuidad de México. 

Esperemos que ese panorama no sea una mera utopía.

9 comentarios:

  1. Es que si pusieran un vagón de ese tipo linda desprevenida , se perdería la emoción , ¿no lo pensastes? Si ya sabes a que vas y que te espera ¿donde está sorpresa y la adrenalina que supone una relación asi? Y aqui es donde se me safo la canica a mi jajjajajja, Besotes.Lyliam.

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  2. woouuu la verdad me gusto la forma de redactar tus anecdotas...ojala y me dieras la oportunidad de publicarlo en un foro de dicado al arrimon... o que tu misma publiques tus anecdotas...ahi te dejo la liga

    http://www.foro-chikan.com.ar/forum.php

    ahi teleo..nos vemos.

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  3. coasa que pasan en esta ciudad tan locochona.

    un placerazo leerla mi estimada, un abrazo fuerte.

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  4. A mi también me ha pasado y a sido un recuerdo muy agradable cuando viajaba en los autobuses de adolescente descrubi lo excitante que era arrimarse a alguna mujer por lo general culona y que colaborara conmigo.. me volví un experto aun lo recuerdo

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  5. Recuerdo un día que iba a estudiar y una señora ya había observado lo que yo hacia de arrimar mujeres y al perecer le agrado así que sin pensarlo un día ella me busco y se me coloco enfrente y me comenzó restregar sus nalgotas en mi aparato se vistió sexy para la ocasión una licra café muy ajustada yo podía sentir sus nalgas en mi verga ella se movía simulando en vaivén del bus posteriormente al sentir mi miembro hiper erecto comenzó a bailar con la música que iba sonando el bus que sensación indescriptible... les aseguro que fueron los mejores años de mi vida... yo esparaba cada mañana escoger la mejor presa para arrimar

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  6. Hola. Me encantó tu relato. Hace algunos años, cuando yo tambien estaba en la Prepa, me llegó a suceder algo parecido en la línea 9 del metro. Evidentemente yo no tenía tanto poder como tú, al no ser chica y por lo tanto no tuve tantas experiencias. Sin embargo a la distancia de verdad que suena tan excitante el cerrar los ojos y transformar esos terrenos en los que se mezcla la fantasía con la realidad.

    Quisiera proponerte algo. No tengo idea de cómo seas o quién seas. Me gustaría repetir esa experiencia contigo. Que ambos la disfrutemos de manera anónima. Simplemente encontrarnos en algún vagón algún día y sin hablarnos, acercarnos, sentirnos, tocarnos, respirarnos.
    Sé que tal vez ya no viajes en metro,tal vez no tengas tiempo. Pero ¿no te interesaría volver a sentir esa llama que te excita? No encontré un correo o algo para comunicarme contigo. Dejo uno que nunca usé y con el cual no habrá forma de saber mucho de mí : nowhereman.mx@hotmail.com

    Si te interesa podemo hablarlo.. y vivirlo.

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  7. hola me exita la idea de darte un arrrimon vamos al cine y hacemos cosas tu dices contactame dsms_42@hotmail,com

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